La Muerte del Ruiseñor

Oir cantar a un ruiseñor
En la rama de un tintillo,
Me acerqué como un chiquillo
Al pajarito cantor.
Menguando fue mi dolor,
Mi pesadumbre, mi hastío,
Él mi atención sin desvío,
Parece que adivinaba,
Y mirándome continuaba,
Dulcemente su cantío.

Yo como un rey en la silla,
De oro me estaba sintiendo,
Me parecía estar viendo,
Un jardín de maravilla.
Más la inocente avecilla,
Paró en seco su cantar,
Pareciendo adivinar,
La presencia de un maleante,
Y fue así porque al instante,
Se oyó un disparo sonar.

Por entre el verde ramaje,
Teñidas en rojo caían,
Plumas que pertenecían,
A su precioso plumaje.
Perdió belleza el paisaje,
Y yo quedé conmovido,
El cantor lanzó un gemido,
Y qué pena me causó,
Cuando al vacío se lanzó,
Cayendo a mis pies herido.

Aquel cantor malogrado
Yo recogí de su lecho,
Y noté que tenía el pecho,
Totalmente destrozado.
Y muy triste y apenado,
Del suelo lo recogí,
Con pena le dije así,
Adiós mi amigo trovero!
No te apures compañero,
Yo voy a cantar por ti.

Me sentí tan ofendido,
Al ver aquella herejía,
Sabrá Dios, que pasaría,
Si el chusco no hubiese huido,
Y a favor del fenecido,
Le grité mal tirador,
Por qué has matado al cantor,
Tu mereces pena doble,
Quien le apunta a un ser tan noble,
No debe ser cazador.

Murió aquel que al cundeamor
Jamás le hizo un desprecio,
Murió de manos de un necio,
Que no sabía su valor.
El inspirado cantor,
Recibió una muerte cruel,
Y el cantor ramero aquel,
Así terminó su brega,
Y desde que murió el colega,
Yo estoy cantando por él.



Credits
Writer(s): Luis Miranda
Lyrics powered by www.musixmatch.com

Link