Doña Elena y el Francés

Fué don Fernando el Francés
un soldado muy valiente,
que combatió a los chinacos
de México independiente.
Vió a doña Elena en su finca
y de ella se enamoró,
sabiendo que su marido
por un crimen se ausentó.
Doña Elena se hizo fuerte
pero al fin correspondió;
porque era un hombre terrible
don Benito se perdió.
Noche a noche tenían citas
donde gozaban su amor
y entonaban sus canciones
mancillando así su honor.
Una tarde tempestuosa
don Benito fué a Jerez
y en el camino esperó
a don Fernando el Francés.
Benito, pistola en mano
y un rifle de diciséis,
le acerta quatro balazos
a don Fernando el Francés.
El Francés quedó tirado
muy cerca de la barranca
y don Benito, iracundo,
montó en su briosa potranca.
Se fué todo enfurecido
para su pueblo natal
y allá en la puerta hierro
se procuró serenar.
-Ábreme la puerta, Elena,
sin ninguna desconfianza,
que soy Fernando el Francés
que vengo desde la Francia.
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-¿Quién es ese caballero
que mis puertas manda abrir?
No es de Fernando el acento,
pues que se acaba de ir.
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-Soy Fernando, no lo dudes,
dueña de mi corazón,
que regreso por decirte
que nos han hecho traición.
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-Oigame usted, don Fernando,
aunque no me importe a mi,
tiene usted amores en Francia
o quiere a otra más que a mí.
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-No tengo amores en Francia
ni quiero a otra más a ti.
Elena, soy tu marido,
que vengo en contra de ti.
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-Perdona, esposo querido,
perdona mis desventuras,
mira, no lo hagas por mí,
hazlo por mis dos criaturas.
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Al abrir la media puerta
se les apagó el candil
tomándola por las manos
la arrastró para el jardin.
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-Toma, criada, estas criaturas,
llévaselas a mis padres
y si preguntan de Elena,
les dices que tu no sabes.
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Vestida estaba de blanco
que parecía un serafín,
que se cayó entre las flores
como si fuera a dormir.
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¡Ay! ¡! Pobrecita de Elena!
¡Ay! ¡Qué suerte le tocó!
con tres tiros de pistola
que su marido le dió.
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Fué don Fernando el Francés
un soldado muy valiente,
que combatió a los chinacos
de México independiente.