La Cantinera
Dando de saltos
en una patita,
iba el conejo
a su casita.
Dando de saltos
por el alfalfar,
iba contento
para su hogar.
Era mediodía,
hora de comer,
y se repetía
qué podía querer:
Yerbas olorosas,
col o betabel...
u otras tantas cosas
¡muy sabrosas de morder!
Dando de saltos
en una patita,
iba el conejo
a su casita.
Dando de saltos
por el alfalfar,
iba contento
para su hogar.
Con el hocico
pegado a la tierra,
huele que huele
viene la perra
Siempre siguiendo
la pieza mejor,
para su dueño,
el cazador.
Era mediodía,
hora de comer,
y se repetía
qué podría querer:
Tacos de pellejos,
huesos o bistec...
en vez de los conejos
¡tan difíciles de oler!
Con el hocico
pegado a la tierra,
huele que huele
viene la perra
Siempre siguiendo
la pieza mejor,
para su dueño,
el cazador.
Con su escopeta
debajo del brazo,
y tropezando
a cada paso,
saca la lengua
el gran cazador,
abochornado
por el calor.
Era mediodía,
hora de comer,
y se repetía
qué podía querer:
Una fresca sombra
y algo de beber...
en vez de tantas chivas
que no dejan ni correr.
Pero el conejo
llegó a su casita,
y si un consejo
se necesita
es que de perros
o de cazador,
los conejitos
viven mejor.
en una patita,
iba el conejo
a su casita.
Dando de saltos
por el alfalfar,
iba contento
para su hogar.
Era mediodía,
hora de comer,
y se repetía
qué podía querer:
Yerbas olorosas,
col o betabel...
u otras tantas cosas
¡muy sabrosas de morder!
Dando de saltos
en una patita,
iba el conejo
a su casita.
Dando de saltos
por el alfalfar,
iba contento
para su hogar.
Con el hocico
pegado a la tierra,
huele que huele
viene la perra
Siempre siguiendo
la pieza mejor,
para su dueño,
el cazador.
Era mediodía,
hora de comer,
y se repetía
qué podría querer:
Tacos de pellejos,
huesos o bistec...
en vez de los conejos
¡tan difíciles de oler!
Con el hocico
pegado a la tierra,
huele que huele
viene la perra
Siempre siguiendo
la pieza mejor,
para su dueño,
el cazador.
Con su escopeta
debajo del brazo,
y tropezando
a cada paso,
saca la lengua
el gran cazador,
abochornado
por el calor.
Era mediodía,
hora de comer,
y se repetía
qué podía querer:
Una fresca sombra
y algo de beber...
en vez de tantas chivas
que no dejan ni correr.
Pero el conejo
llegó a su casita,
y si un consejo
se necesita
es que de perros
o de cazador,
los conejitos
viven mejor.
Credits
Writer(s): German Valdez
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