Historia de Barrio
Este es un relato, uno de esos tantos,
que termina en llanto, y no de alegría,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente todos los días.
Una vez un chico, Juán era su nombre,
que estaba disconforme con lo que tenía,
su padre policía le daba lo que quería,
sin pensar que nada de eso se lo merecía.
Y así crecía Juán, con todo su orgullo,
todo era suyo, nadie se oponía,
nadie le decía como tenia que ser,
y desobedecer era lo único que hacía.
Un día como tantos salió de su casa,
un rato a la plaza el se dirigía,
su mamá muy preocupada por lo que ocurría
porque sabía que su hijo a jugar no iba.
Su padre en cambio, estaba orgulloso,
porque su hijo era un groso entre la gente,
un grande en el colegio y deportivamente,
y un grande de la droga y un buen delincuente.
Una noche muy oscura salió con amigos,
supuestos compañeros, pero bien metidos
en el negocio que Juancito había planeado,
y ya confirmado el plan que tenían
en una confitería ellos se metieron.
Al personal de vigilancia ellos redujeron
y destrozaron todo lo que encontraban,
sin pensar que la policía desde afuera vigilaba.
Este es un relato, uno de esos tantos,
que termina en llanto, y no de alegría,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente todos los días.
Salieron del negocio y se sorprendieron,
y corrieron separados, esquivando balas,
uno de ellos se resbala y lo atraparon,
y ya se lo llevaron hacia el patrullero,
mientras otros corrían a Juan y su compañero.
El compañero cae, fue abatido,
y Juán aturdido seguía su rumbo,
con la plata en los bolsillos y en la mano un chumbo.
Disparando al oficial que lo perseguía
a su barrio muy veloz el se dirigía,
y derrepente, así de la nada
una bala en su cabeza terminó con su jugada.
Y cayó con mucha sangre en el piso,
quizás alguien quizo que ya no viva más.
"Este no jode más", murmuraba la gente,
pero algo diferente estaba a punto de pasar.
Llegó el oficial que lo había matado,
y muy cansado de tanto correr
miró al delincuente y no lo podía creer,
sorprendido quedó al ver que...
era su hijo, era su hijo amado,
que ahora está muerto, su padre lo ha matado,
y el policía rompió a llorar,
"¡¡Perdoname hijo!!" se puso a gritar.
tirado en el suelo su arma tomó
y se disparó un tiro en la cabeza,
y, con tristeza, la gente miraba,
padre e hijo muertos, que mala pasada.
Este es un relato, uno de esos tantos,
que termina en llanto, y no de alegría,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente todos los días.
Este es un relato, uno de esos tantos,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente, todos los días.
que termina en llanto, y no de alegría,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente todos los días.
Una vez un chico, Juán era su nombre,
que estaba disconforme con lo que tenía,
su padre policía le daba lo que quería,
sin pensar que nada de eso se lo merecía.
Y así crecía Juán, con todo su orgullo,
todo era suyo, nadie se oponía,
nadie le decía como tenia que ser,
y desobedecer era lo único que hacía.
Un día como tantos salió de su casa,
un rato a la plaza el se dirigía,
su mamá muy preocupada por lo que ocurría
porque sabía que su hijo a jugar no iba.
Su padre en cambio, estaba orgulloso,
porque su hijo era un groso entre la gente,
un grande en el colegio y deportivamente,
y un grande de la droga y un buen delincuente.
Una noche muy oscura salió con amigos,
supuestos compañeros, pero bien metidos
en el negocio que Juancito había planeado,
y ya confirmado el plan que tenían
en una confitería ellos se metieron.
Al personal de vigilancia ellos redujeron
y destrozaron todo lo que encontraban,
sin pensar que la policía desde afuera vigilaba.
Este es un relato, uno de esos tantos,
que termina en llanto, y no de alegría,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente todos los días.
Salieron del negocio y se sorprendieron,
y corrieron separados, esquivando balas,
uno de ellos se resbala y lo atraparon,
y ya se lo llevaron hacia el patrullero,
mientras otros corrían a Juan y su compañero.
El compañero cae, fue abatido,
y Juán aturdido seguía su rumbo,
con la plata en los bolsillos y en la mano un chumbo.
Disparando al oficial que lo perseguía
a su barrio muy veloz el se dirigía,
y derrepente, así de la nada
una bala en su cabeza terminó con su jugada.
Y cayó con mucha sangre en el piso,
quizás alguien quizo que ya no viva más.
"Este no jode más", murmuraba la gente,
pero algo diferente estaba a punto de pasar.
Llegó el oficial que lo había matado,
y muy cansado de tanto correr
miró al delincuente y no lo podía creer,
sorprendido quedó al ver que...
era su hijo, era su hijo amado,
que ahora está muerto, su padre lo ha matado,
y el policía rompió a llorar,
"¡¡Perdoname hijo!!" se puso a gritar.
tirado en el suelo su arma tomó
y se disparó un tiro en la cabeza,
y, con tristeza, la gente miraba,
padre e hijo muertos, que mala pasada.
Este es un relato, uno de esos tantos,
que termina en llanto, y no de alegría,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente todos los días.
Este es un relato, uno de esos tantos,
una historia sombría para mucha gente,
y en mi memoria está presente, todos los días.
Credits
Writer(s): Juan Blas Caballero, Marcos Matias Carrica, Santiago Damian Oreda
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