Adiós Muchachos
Adiós, muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos. Ya me voy y me resigno...
Contra el destino nadie la talla...
Se terminaron para mí todas las farras,
mi cuerpo enfermo no resiste más...
Acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos,
de los bellos momentos que antaño disfruté
cerquita de mi madre, santa viejita,
y de mi noviecita que tanto idolatré...
¿Se acuerdan que era hermosa, más linda que una diosa
y que ebrio yo de amor, le di mi corazón,
mas el Señor, celoso de sus encantos,
cubriéndome de llanto me la llevó?
Es Dios el juez supremo.
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado su ley a respetar,
pues mi vida deshizo con sus mandatos
llevandose a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo a mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó
y al darles, mis amigos, el adiós postrero,
les doy con toda mi alma mi bendición...
Es Dios el juez supremo.
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado su ley a respetar,
pues mi vida deshizo con sus mandatos
llevandose a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo a mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó
y al darles, mis amigos, el adiós postrero,
les doy con toda mi alma mi bendición...
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos. Ya me voy y me resigno...
Contra el destino nadie la talla...
Se terminaron para mí todas las farras,
mi cuerpo enfermo no resiste más...
Acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos,
de los bellos momentos que antaño disfruté
cerquita de mi madre, santa viejita,
y de mi noviecita que tanto idolatré...
¿Se acuerdan que era hermosa, más linda que una diosa
y que ebrio yo de amor, le di mi corazón,
mas el Señor, celoso de sus encantos,
cubriéndome de llanto me la llevó?
Es Dios el juez supremo.
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado su ley a respetar,
pues mi vida deshizo con sus mandatos
llevandose a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo a mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó
y al darles, mis amigos, el adiós postrero,
les doy con toda mi alma mi bendición...
Es Dios el juez supremo.
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado su ley a respetar,
pues mi vida deshizo con sus mandatos
llevandose a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo a mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó
y al darles, mis amigos, el adiós postrero,
les doy con toda mi alma mi bendición...
Credits
Writer(s): Julio Sanders, Cesar Vedani
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