Un Desencanto Encantador
¿De qué sirve tener?
Si cuanto más tenemos, más tenemos que perder.
¿De qué me sirve ser?
Si mañana seré fui, como ayer ya fui seré.
¿De qué sirver volver?
Si el pasado no ha cambiado desde la última vez.
¿De qué sirve aprender?
Si aprendimos a olvidar poco después de nacer.
Yo sólo sé que soy de un bando que se crece a cada paso
y ni sembrando silencio dejo de recoger aplausos.
Firme. Su afán de subir no me sirve.
Yo aprendí a rendir, no a rendirme.
Hablo de cosas que me destrozan la vida
cuando entre las grietas de las lozas todavía crecen semillas.
Mírame. ¿Crees que me manipulabas?
Sólo hay algo peor que el dolor, y es no sentir nada.
Me han escupido en la cara por decir lo que pienso
y, lo siento, a día de hoy no me arrepiento.
Me han puesto precio, me han mentido y me han metido
en cientos de asuntos inciertos sin sacar provecho.
Todos tenemos miedos, sin duda.
Y enfrentarse a ellos siempre ha sido la mejor de las ayudas.
Primero apunta al cielo, luego señala a la luna
si te crees que con un dedo puedes capturar mi altura.
Sé que mi suerte no depende del color de un gato.
Que si metes la pata pagas el pato.
Sé que cuánto más los quiero peor los trato.
Y que donde falta plata siempre sobra un plato.
Mi mala sombra ya tiene una flaca a la que llama gorda
y una familia que pelea por su honra.
La lealtad se adopta para que no corrompan
si se monta en mi contra.
Los fines gozo de una imagen mediática,
entre semana no soy más que un simple mozo de fábrica.
En el ojo del que dirige y rige al flojo que no exige
y sigue en pie pese a que en el declive no se vive bien.
Aquí al menos no tenemos pistolas,
ni los niños se matan por latas de coca-cola.
Sólo hay gente sola, modas y modos de tratar las horas
y es más normal drogarse que apuntarse a yoga.
Desnudo el interior como escudo,
descuido el exterior porque me dió que se quedó sin jugo.
Que estuvo cuando estuvo bien, ¿eh?
aunque después nadie supo volver a meter la pasta en el tubo.
Cena, copa y cine. Sexo en la cocina.
Salir de la rutina ya es parte de la rutina.
El hombre se reprime, la mujer se inclina
y los ancianos ya no crecen porque nadie les obliga.
El cielo es un lienzo variable,
una incógnita que fuera de la lógica sigue siendo improbable.
Crónica de una carcel de carne:
la parte más sórdida del pobre y la más noble del hambre.
No condicionan mi experiencia con las tendencias que imponen.
No me doman con su conveniencia.
Me pone en forma, no enfermo.
Por más que todo evolucione lo mejor del fútbol siempre son los goles.
Toma nota o date valor para valorar las olas de soledad
si no te dan amor ya.
Yo añoro tu sala en el sofá de mi salón.
Ella ya no baila sola y aquí no sale ni el sol.
Inquilinos de una sinrazón constante, ¿éste disco será mejor
o fue mejor el que hice antes?
Cuando se depende de la parte contratante
el tiempo para entretenerte lo inviertes en preocuparte.
La escalada de este palo enjabonado me resbala.
Si no les doy nada, ¿cómo les voy a dar de lado?
Tengo el apego en paro y la rabia configurada
para detectar lo malo con tan sólo una mirada.
Por tí deshojo flores señaladas de maleza
y le arranco las alas a los pájaros de mi cabeza.
Por tí dejo esta vida de dudas y dependencia,
le corto el cable al micro y lo mando todo a la mierda.
¿De qué sirve tener?
Si cuánto más tenemos, más tenemos que perder.
¿De qué me sirve ser?
Si mañana seré fui como ayer ya fui seré.
¿De qué sirve volver?
Si el pasado no ha cambiado desde la última vez.
¿De qué sirve aprender?
...
Si cuanto más tenemos, más tenemos que perder.
¿De qué me sirve ser?
Si mañana seré fui, como ayer ya fui seré.
¿De qué sirver volver?
Si el pasado no ha cambiado desde la última vez.
¿De qué sirve aprender?
Si aprendimos a olvidar poco después de nacer.
Yo sólo sé que soy de un bando que se crece a cada paso
y ni sembrando silencio dejo de recoger aplausos.
Firme. Su afán de subir no me sirve.
Yo aprendí a rendir, no a rendirme.
Hablo de cosas que me destrozan la vida
cuando entre las grietas de las lozas todavía crecen semillas.
Mírame. ¿Crees que me manipulabas?
Sólo hay algo peor que el dolor, y es no sentir nada.
Me han escupido en la cara por decir lo que pienso
y, lo siento, a día de hoy no me arrepiento.
Me han puesto precio, me han mentido y me han metido
en cientos de asuntos inciertos sin sacar provecho.
Todos tenemos miedos, sin duda.
Y enfrentarse a ellos siempre ha sido la mejor de las ayudas.
Primero apunta al cielo, luego señala a la luna
si te crees que con un dedo puedes capturar mi altura.
Sé que mi suerte no depende del color de un gato.
Que si metes la pata pagas el pato.
Sé que cuánto más los quiero peor los trato.
Y que donde falta plata siempre sobra un plato.
Mi mala sombra ya tiene una flaca a la que llama gorda
y una familia que pelea por su honra.
La lealtad se adopta para que no corrompan
si se monta en mi contra.
Los fines gozo de una imagen mediática,
entre semana no soy más que un simple mozo de fábrica.
En el ojo del que dirige y rige al flojo que no exige
y sigue en pie pese a que en el declive no se vive bien.
Aquí al menos no tenemos pistolas,
ni los niños se matan por latas de coca-cola.
Sólo hay gente sola, modas y modos de tratar las horas
y es más normal drogarse que apuntarse a yoga.
Desnudo el interior como escudo,
descuido el exterior porque me dió que se quedó sin jugo.
Que estuvo cuando estuvo bien, ¿eh?
aunque después nadie supo volver a meter la pasta en el tubo.
Cena, copa y cine. Sexo en la cocina.
Salir de la rutina ya es parte de la rutina.
El hombre se reprime, la mujer se inclina
y los ancianos ya no crecen porque nadie les obliga.
El cielo es un lienzo variable,
una incógnita que fuera de la lógica sigue siendo improbable.
Crónica de una carcel de carne:
la parte más sórdida del pobre y la más noble del hambre.
No condicionan mi experiencia con las tendencias que imponen.
No me doman con su conveniencia.
Me pone en forma, no enfermo.
Por más que todo evolucione lo mejor del fútbol siempre son los goles.
Toma nota o date valor para valorar las olas de soledad
si no te dan amor ya.
Yo añoro tu sala en el sofá de mi salón.
Ella ya no baila sola y aquí no sale ni el sol.
Inquilinos de una sinrazón constante, ¿éste disco será mejor
o fue mejor el que hice antes?
Cuando se depende de la parte contratante
el tiempo para entretenerte lo inviertes en preocuparte.
La escalada de este palo enjabonado me resbala.
Si no les doy nada, ¿cómo les voy a dar de lado?
Tengo el apego en paro y la rabia configurada
para detectar lo malo con tan sólo una mirada.
Por tí deshojo flores señaladas de maleza
y le arranco las alas a los pájaros de mi cabeza.
Por tí dejo esta vida de dudas y dependencia,
le corto el cable al micro y lo mando todo a la mierda.
¿De qué sirve tener?
Si cuánto más tenemos, más tenemos que perder.
¿De qué me sirve ser?
Si mañana seré fui como ayer ya fui seré.
¿De qué sirve volver?
Si el pasado no ha cambiado desde la última vez.
¿De qué sirve aprender?
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Credits
Writer(s): Jose Javier Sanchez Merono, Jaime Alegria Zamora
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