A Mis Abuelos
En el borde de un cerro muy cercano a Medellín
Él creció en un ranchito y trabajó desde niño.
Ella desde El Retiro, a kilómetros de allí
fue aprendiendo de flores y penas, a soñar y a vivir.
Una tarde de aves esparciendo su color
quiso que él la encontrara, entre los cafetales
Su mirada de lluvia y la cadencia de su voz
anidaron en él como una mágica emoción.
Y enseguida supieron
que se habían elegido.
Tan valiente como simple
fue tomarse las manos
hasta la eternidad.
Hoy en esta misma tierra,
que todavía les canta,
va por el aire su risa
y ese don que tenían
de ser siempre un hogar.
Rebalsados de música y un fresco aroma a pan,
con caricias que sanan y calor de domingo,
inventaron de a poco un refugio familiar
y hoy en mi despedida, agradezco, y les doy mi cantar.
Fueron cincuenta años de abrazarse en cada sol
Un amor más inmenso que el océano abierto
hasta que un día a él la enfermedad lo derrotó
y después de unas pocas horas, ella lo siguió.
Y enseguida supieron
que se habían elegido.
Tan valiente como simple
fue tomarse las manos
hasta la eternidad.
Hoy en esa misma tierra,
que todavía les canta
va por el aire su risa
y ese don que tenían
de ser siempre un hogar
Él creció en un ranchito y trabajó desde niño.
Ella desde El Retiro, a kilómetros de allí
fue aprendiendo de flores y penas, a soñar y a vivir.
Una tarde de aves esparciendo su color
quiso que él la encontrara, entre los cafetales
Su mirada de lluvia y la cadencia de su voz
anidaron en él como una mágica emoción.
Y enseguida supieron
que se habían elegido.
Tan valiente como simple
fue tomarse las manos
hasta la eternidad.
Hoy en esta misma tierra,
que todavía les canta,
va por el aire su risa
y ese don que tenían
de ser siempre un hogar.
Rebalsados de música y un fresco aroma a pan,
con caricias que sanan y calor de domingo,
inventaron de a poco un refugio familiar
y hoy en mi despedida, agradezco, y les doy mi cantar.
Fueron cincuenta años de abrazarse en cada sol
Un amor más inmenso que el océano abierto
hasta que un día a él la enfermedad lo derrotó
y después de unas pocas horas, ella lo siguió.
Y enseguida supieron
que se habían elegido.
Tan valiente como simple
fue tomarse las manos
hasta la eternidad.
Hoy en esa misma tierra,
que todavía les canta
va por el aire su risa
y ese don que tenían
de ser siempre un hogar
Credits
Writer(s): Ceci Mendez, Juan Ruiz
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