A la Paz

La soledad que cubre a Buenos Aires
Es mucho menos dura
Detrás de los cristales de La Paz
Que a modo de un celeste invernadero
Cobija a esas especies condenadas
A un sólido proceso de extinción
Fauna porteña, casi agonizante
Que sólo en esa atmósfera subsiste
Eternos inmaduros que aún insisten
Confesando sus rollos más absurdos
No hay misterio ni drama en este mundo
Que no conozca un mozo de La Paz

Penúltimo bastión de una bohemia
Fileteada en cervezas compartidas
Refugio de fantasmas exiliados
Del plástico irreal de otras confiterías

Gorrioncitos mendigos pregonando abandono
Reparten en las mesas ramitos de piedad
Dando un tinte violeta a esos amores
Que a veces uno encuentra allá en La Paz

Exótico archipiélago de mesas
Donde unos locos náufragos nocturnos
Reviven allí cada medianoche
Ese imprudente rito de lo absurdo

Actores sin teatro, trasnochados profetas
Guerrilleros del faso, poetas de servilletas
Atorrantes ejemplos de la vida
Errantes habitantes de La Paz

Allí donde la noche tiene nombre
Corrientes un color Montevideo
Tiene lugar la magia insospechada
Tras los cristales de ese invernadero

La nostalgia que inunda Buenos Aires
Se hace más llevadera
Sitiándola entre sueños demorados
O ahogándola en la taza de un cortado
De ésos que solo sirven en La Paz



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