Arena
En un país que no existe y que por ende podría ser cualquiera
Se ha encendido de pronto una radio vieja
Enterrada bajo la arena del desierto
Bajo los pasos de quienes desde hace décadas vienen
Viniendo de lejos
Hacia el frío, duro, gris cemento
Esta radio vieja tiene aún en los sonidos que emite
Algunas melodías difusas
Promesas vigentes y todavía ausentes
El llanto de una madre desconsolada
Gritos a un solo compás en un crescendo continuo
La sensación de que el tiempo no ha pasado
Pasa por ahí cerca un joven, caminando
Entre el ruido de un taxi
Manejado por alguien que no sabe con certeza
Cómo llegará a fin de mes
El parlante desentonado de quien en las cosas rotas
Encuentra una oportunidad
Y la petición tímida de una niña
Que no conoce de horarios para la comida
El joven con un poco de esfuerzo
Podría sentir que debajo de la arena
Se oye algo
Un murmullo, si se detuviese un segundo
Un aullido, si oyese con atención
Un reclamo, si no tuviese prisa
El sonido finalmente, de una radio que
Por la historia de un país que no existe
Se ha desgastado
Pero dice cosas
Que no se quieren oír, porque nadie se detiene un segundo
Que podrían ser importantes
Pero que nadie les pone atención
Que podrían significar algo, para alguien
A pesar de que se tiene prisa
Ha pasado por ahí cerca un joven
Que se ha detenido, ha oído
Y después de oír ha introducido sus manos
Bajo la arena del desierto
Bajo los pasos de quienes
Desde hace décadas
Vienen, viniendo de lejos
Hacia el frío, duro, gris cemento
Para así hallar después de poco más de un minuto
Una radio vieja entre las grietas de sus dedos
Sube el volumen de la radio vieja
Quita algo de polvo con el poco aliento que le queda
Después de tantas horas de trabajo
Escucha ahora con atención
Sobre los problemas que aquejan a un país que no existe
Sobre los privilegios de unos
Sobre el lomo de las necesidades de otros
Sobre la necesidad de cambiar las cosas
Sobre la indignación como un sentimiento
Que pocos se pueden permitir no conocer
Sobre lo que urge escuchar, observar, gritar y sentir
Saber llorar, saber emocionarse por lo ajeno
Sobre la necedad como calzado de una verdad
A la que le cuesta caminar
Sobre el entender, que estar bien solo es
Como vivir de espaldas
Con las manos acostumbradas al calor de los bolsillos
Y los oídos acostumbrados a escuchar siempre la misma canción
Que tal vez no suena tan bien
Que quizás no tiene la mejor letra
Pero que habla de lo que quiero, necesito escuchar
El joven ha escuchado cada palabra salida de esa radio
Y se ha reconocido
Y extrañamente ha reconocido también a los otros
Y finalmente ha entendido, que en esa radio vieja
Sin tiempo
Esta el presente
O que tal vez su país que no existe, se quedó en el pasado
Alimentado de una esperanza
Que difícilmente se puede cosechar en el desierto
El joven ha hecho de la radio vieja un objeto suyo
Y de sus palabras un porqué
Levanta la mirada
Y en medio del atardecer que se esta apagando
Busca un sol, que como tantos en este país que no existe
Ha agachado ya la cabeza
Pero, como tantos en este país que no existe
Volverá ha levantarla, cuando llegue la madrugada
Porque
Carajo
Hay en todo lugar, incluso debajo de la arena
Un poco de luz
O mejor aún
Un poco de música
Se ha encendido de pronto una radio vieja
Enterrada bajo la arena del desierto
Bajo los pasos de quienes desde hace décadas vienen
Viniendo de lejos
Hacia el frío, duro, gris cemento
Esta radio vieja tiene aún en los sonidos que emite
Algunas melodías difusas
Promesas vigentes y todavía ausentes
El llanto de una madre desconsolada
Gritos a un solo compás en un crescendo continuo
La sensación de que el tiempo no ha pasado
Pasa por ahí cerca un joven, caminando
Entre el ruido de un taxi
Manejado por alguien que no sabe con certeza
Cómo llegará a fin de mes
El parlante desentonado de quien en las cosas rotas
Encuentra una oportunidad
Y la petición tímida de una niña
Que no conoce de horarios para la comida
El joven con un poco de esfuerzo
Podría sentir que debajo de la arena
Se oye algo
Un murmullo, si se detuviese un segundo
Un aullido, si oyese con atención
Un reclamo, si no tuviese prisa
El sonido finalmente, de una radio que
Por la historia de un país que no existe
Se ha desgastado
Pero dice cosas
Que no se quieren oír, porque nadie se detiene un segundo
Que podrían ser importantes
Pero que nadie les pone atención
Que podrían significar algo, para alguien
A pesar de que se tiene prisa
Ha pasado por ahí cerca un joven
Que se ha detenido, ha oído
Y después de oír ha introducido sus manos
Bajo la arena del desierto
Bajo los pasos de quienes
Desde hace décadas
Vienen, viniendo de lejos
Hacia el frío, duro, gris cemento
Para así hallar después de poco más de un minuto
Una radio vieja entre las grietas de sus dedos
Sube el volumen de la radio vieja
Quita algo de polvo con el poco aliento que le queda
Después de tantas horas de trabajo
Escucha ahora con atención
Sobre los problemas que aquejan a un país que no existe
Sobre los privilegios de unos
Sobre el lomo de las necesidades de otros
Sobre la necesidad de cambiar las cosas
Sobre la indignación como un sentimiento
Que pocos se pueden permitir no conocer
Sobre lo que urge escuchar, observar, gritar y sentir
Saber llorar, saber emocionarse por lo ajeno
Sobre la necedad como calzado de una verdad
A la que le cuesta caminar
Sobre el entender, que estar bien solo es
Como vivir de espaldas
Con las manos acostumbradas al calor de los bolsillos
Y los oídos acostumbrados a escuchar siempre la misma canción
Que tal vez no suena tan bien
Que quizás no tiene la mejor letra
Pero que habla de lo que quiero, necesito escuchar
El joven ha escuchado cada palabra salida de esa radio
Y se ha reconocido
Y extrañamente ha reconocido también a los otros
Y finalmente ha entendido, que en esa radio vieja
Sin tiempo
Esta el presente
O que tal vez su país que no existe, se quedó en el pasado
Alimentado de una esperanza
Que difícilmente se puede cosechar en el desierto
El joven ha hecho de la radio vieja un objeto suyo
Y de sus palabras un porqué
Levanta la mirada
Y en medio del atardecer que se esta apagando
Busca un sol, que como tantos en este país que no existe
Ha agachado ya la cabeza
Pero, como tantos en este país que no existe
Volverá ha levantarla, cuando llegue la madrugada
Porque
Carajo
Hay en todo lugar, incluso debajo de la arena
Un poco de luz
O mejor aún
Un poco de música
Credits
Writer(s): Domingo Eduardo Arana, Mario Zanatta, Maylí Luey
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