Naturaleza

Había escuchado muchas veces decir
Que somos uno con la naturaleza
Me resultaba una frase bonita
Sin embargo, yo no la repetía
Al menos no con la pasión de quienes lo afirmaban
No puedo precisar cuál fue el momento exacto de mi comprensión
Quizás cuando llegué a aquella vieja estancia patagónica
En lo más extremo del sur
Y reconocí que yo siempre había tenido un lado salvaje

Allí conocí a mi hermano el parcero
y entre aventura y travesura
Nos vimos atrapados en lo que parecía ser un cuento de hadas y duendes
Visitamos el bosque de los susurros
Laberinto de lengas y ñires en el que nos perdimos una tarde
Llegamos sin querer queriendo al humedal de las margaritas
El manto de flores más puro que jamás había visto
También divisamos un témpano enorme flotar
A orillas de aquel lago turquesa
Quisimos acercarnos,
Pero nos ganaron los arbustos con espinas y el mallín
No renegamos del viento cuando llegamos a lo alto de aquellas montañas
Sino que abrimos nuestras camperas, pusimos el pecho
Y dejamos que el aire en nuestra contra nos sostuviera
¿verdad que por un instante fuimos cóndores?

Una noche, una de aquellas noches que alegran la vida
En que el corazón olvida sus dudas y sus querellas
Observamos el cielo más estrellado de nuestras vidas
La vía láctea era un camino que serpenteaba en la oscuridad
Y la luna nos observaba desde su cuarto creciente
Luego entramos a aquel refugio, la antigua casa de Jimmy
Y nos asombramos con una explosión en el cielo
Que divisamos a través de la ventana
Nos reímos con cierta incomodidad de haber pensado lo mismo
¿qué cosa extraña había sido esa?
Más tarde escuchamos el sonido de mil corazones
Latiendo a toda velocidad desde abajo de la tierra
Y cuando abrimos la puerta para espiar que misterio ocultaba la noche
Vimos la tropilla de caballos salvajes más hermosa del mundo galopando
¡Al fin veía lo que verdaderamente significaba ser salvaje!
Algo adentro me susurró que yo también lo era

Nos quedamos dormidos agarrados de la mano
Como niños que necesitaban saber que ese día no había sido un sueño
A la mañana siguiente, el libro que leía en aquel entonces
Me regaló la palabra justa, como suelen hacerlo siempre los libros:
"Tu nueva vida te va a costar la vieja"
Como queriendo memorizarla, con un clavo viejo que encontré en el piso
La grabé en un pedazo de chapa
"Tu nueva vida te va a costar la vieja"
Ahora sí! ¡Ahora sí lo entendía!
Durante tantos años había sido una con el cemento
Y me había comportado como él
Pero todos esos edificios y ruidos
Ahora formaban parte de mi vida vieja
La que sabía podía dejar atrás si solamente yo así lo quería

Lo que quería era volver a ser bosque
Volver a ser margarita
Poder volar como ave
Brillar como lo había hecho con las estrellas
Lo que quería era cabalgar hacia donde mi salvaje intuición dijera
Y encenderme en la oscuridad, aunque otros no entendieran
Quería ser témpano que se resiste a que alguien se acerque
Y saber que luego podría ser lago
Y recibir en mis aguas a quienes se animaran a profundizar
Aquel día pude decir lo que hoy ya comprendo en carne, alma y hueso:
Que soy una con la naturaleza.

¿No somos acaso lo mismo?
¿no vive ella a través de ciclos?
¿no vivimos nosotros a través de estaciones?
¿no somos estados de una misma agua
Cuando nos volvemos hielo, lago, río, mar
Y luego desbordamos en cataratas?
¿acaso no se nos nubla la mirada, se nos inunda el corazón
Se nos seca la garganta, nos agobia el calor?
¿no nos ocultamos en nuestras cuevas cuando estamos heridos
Y hacemos guardia por los nuestros si nos sentimos fuertes?
¿no dijo alguna vez alguien, sino muchos,
Que después de la tormenta siempre llega la calma
Que el punto más oscuro de la noche
Es justo antes del alba?