La noche de la ceguera

El trato con la muerte estaba escrito
y yo era una niña que cada mañana
pedía al espejo que paralizara su propia vejez.
Rogué otra moratoria a lo finito y supliqué:
para los amantes nunca es demasiado, ¡páralo!
para los que saltarán al otro lado, ¡páralo, páralo!
para los que aguantan bajo marquesinas
y del diluvio salen voces que gritan:
¡qué lluvia más fina!
Cerré mis ojos precisamente
para no ver cuando llega
la noche de la ceguera.
Y cuando arden mis yemas
parece que rozan lo que un día toqué
Yo cuido el fósil de mis memorias,
de mis memorias que nunca piso,
la huella triste y recordatoria
de que habitáis un lugar preciso.
El pacto sigue firme
y van derribándose algunos pilares,
con cada caída retiembla la sede de los inmortales.
Nadie quiere ser el que confirme y ahí en pie
empieza el duelo entre los candidatos, ¡en pie!
Algunos viven de otro asesinato, ¡en pie, en pie!
Y yo, que llevo los pies al desnudo,
dejé en la cola los zapatos
no sea que tropiece en sus nudos.
Mientras resista, no iré primera
al ocaso de la vista,
la noche de la ceguera.
Y si las olas me llevan
espero que guardes mi rastro en la arena.
Yo cuido el fósil de mis memorias,
De mis memorias que nunca piso,
la huella triste y recordatoria
de que habitáis un lugar preciso.
Yo cuido el fósil de mis memorias,
De mis memorias que nunca piso,
la huella triste y recordatoria
de que habitáis un lugar preciso.



Credits
Writer(s): Sandra Bautista González
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