Canción de San Francisco Javier

Cuando es el ocaso en el mundo
y parece que los sueños se hunden en el mar,
cuando ya nadie quiere cruzar el océano
inmenso que arrincona a los pobres,
surge tu luz, Cristo, y me envía, y me lanza...
y no hay límites para hacer de tu promesa mi misión.

Con Cristo en el corazón y el corazón en el horizonte,
no hay fronteras, no hay confines. Sólo Dios, mi esperanza.
No hay fronteras, no hay confines; sólo Dios, mi esperanza.

Aunque yo lo ganara todo,
de nada me sirve si no me lleva a ti.
No me detengan los vientos ni las tempestades
del rumbo que nos lleva a la vida.
En la pupila del que sufre miro lo que haces por el mundo
y se ensanchan mis sueños, y mi alma se embarca.

Con Cristo en el corazón y el corazón en el horizonte,
no hay fronteras, no hay confines. Sólo Dios, mi esperanza.
No hay fronteras, no hay confines; sólo Dios, mi esperanza.

Vienes alegrando el camino,
vienes compartiendo tu paz y tu perdón.
Es tanto amor recibido que invita al encuentro
de un mundo que busca tu reino.
Todo, Señor, tú me lo has dado. Nada es mío, todo es gracia, en tus manos recíbelo; tú eres mi tierra y mi misión.

Con Cristo en el corazón y el corazón en el horizonte,
no hay fronteras, no hay confines. Sólo Dios, mi esperanza.
No hay fronteras, no hay confines; sólo Dios, mi esperanza.



Credits
Writer(s): Fones Claro Cristobal Benjamin
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