Con la Música a Otra Parte
Esta es la historia de un bar triste y oscuro
que estaba haciendo esquina entre el pasado y el futuro,
tenía cuatro sillas, una por cada muro,
mas pinchaba el mejor rap de la ciudad te lo aseguro.
Toda su clientela, estaba compuesta de la
más selecta crema de los yonkis y currelas,
servían un alpiste que era marca de la escuela,
que no la quitaba sed pero aliviaba las duquelas
Y yo no sé qué seria, si pena o alegría,
o solo soledad que anda buscando compañía,
pero noche tras día siempre había en ese bar
unos cuantos que querían ver al sol resucitar
Sentados, allí todas las días eran sábados,
y dos de cada dos había fiesta en los lavabos.
Incomprendidos y ateos convencidos,
iban hasta esa iglesia pa dejar sus donativos.
¡Y no! no había derecho de admisión,
la misión: beber pa' emborrachar al corazón
en ningún otro rincón del confín del planeta
había tal colección de delincuentes y poetas.
¡Y no! no había derecho de admisión,
pero había compañía con buena conversación,
en un palmo de escenario nos montábamos la fiesta,
con un MC al micrófono y un DJ como orquesta.
Esta es la historia de un bar feo y mal hecho
muy estrecho, con manchas de humedades en el techo,
pero, con sencillez, a pesar de la estrechez,
a la vez que los mejores cuadros vistos en pared.
Se cerraban los burdeles pero él seguía abierto,
siempre había fieles en las puertas de su templo,
tenia flow, tenia magia desde luego
aunque las mujeres dentro se contaran con los dedos.
Y de jueves a domingo cuatro veces por semana,
si se cantaba bingo se bajaba la persiana,
pa que dentro los clientes siguieran con la jarana,
bebiéndose el presente pa olvidarse del mañana
Vida insana, en su jardín crecía la manzana,
prohibida, hermana del tumor de la bebida.
Su barra era buen puerto para el barco a la deriva,
el mejor punto de encuentro para las balas perdidas.
¡Y no! no había derecho de admisión,
la misión: beber pa' emborrachar al corazón
en ningún otro rincón del confín del planeta
había tal colección de delincuentes y poetas.
¡Y no! no había derecho de admisión,
pero había compañía con buena conversación,
en un palmo de escenario nos montábamos la fiesta,
con un MC al micrófono y un DJ como orquesta.
Esta es la historia de un bar que se deshace
tercer párrafo, nudo y desenlace,
antes de que baje el telón con su cortina
déjame que me relaje y te cuente como termina, mira
Ese bar no estaba hecho pa cualquiera,
no tío, no tenia bonitas camareras,
y aun así juro que era un oasis de esperanza
donde saciaban su sed los que beben por venganza
Cosa fina, para perderse entre sus ruinas,
mira en esa cantina nena no existía el tiempo,
se bebía lento whisky con espinas
para huir de la rutina y matar el aburrimiento
Pero el destino es un bromista que ya no sabe reír
y este cuento no tiene un final feliz
nos cerraron ese bar y se quedó huérfano el arte
y nos tuvimos que marchar con la música a otra parte
¡Pero no! no había derecho de admisión,
la misión: beber pa' emborrachar al corazón
en ningún otro rincón del confín del planeta
había una convección con delincuentes de etiqueta
¡Y no! no había derecho de admisión,
pero había compañía con buena conversación,
en un palmo de escenario nos montábamos la fiesta,
júralo tío!
que estaba haciendo esquina entre el pasado y el futuro,
tenía cuatro sillas, una por cada muro,
mas pinchaba el mejor rap de la ciudad te lo aseguro.
Toda su clientela, estaba compuesta de la
más selecta crema de los yonkis y currelas,
servían un alpiste que era marca de la escuela,
que no la quitaba sed pero aliviaba las duquelas
Y yo no sé qué seria, si pena o alegría,
o solo soledad que anda buscando compañía,
pero noche tras día siempre había en ese bar
unos cuantos que querían ver al sol resucitar
Sentados, allí todas las días eran sábados,
y dos de cada dos había fiesta en los lavabos.
Incomprendidos y ateos convencidos,
iban hasta esa iglesia pa dejar sus donativos.
¡Y no! no había derecho de admisión,
la misión: beber pa' emborrachar al corazón
en ningún otro rincón del confín del planeta
había tal colección de delincuentes y poetas.
¡Y no! no había derecho de admisión,
pero había compañía con buena conversación,
en un palmo de escenario nos montábamos la fiesta,
con un MC al micrófono y un DJ como orquesta.
Esta es la historia de un bar feo y mal hecho
muy estrecho, con manchas de humedades en el techo,
pero, con sencillez, a pesar de la estrechez,
a la vez que los mejores cuadros vistos en pared.
Se cerraban los burdeles pero él seguía abierto,
siempre había fieles en las puertas de su templo,
tenia flow, tenia magia desde luego
aunque las mujeres dentro se contaran con los dedos.
Y de jueves a domingo cuatro veces por semana,
si se cantaba bingo se bajaba la persiana,
pa que dentro los clientes siguieran con la jarana,
bebiéndose el presente pa olvidarse del mañana
Vida insana, en su jardín crecía la manzana,
prohibida, hermana del tumor de la bebida.
Su barra era buen puerto para el barco a la deriva,
el mejor punto de encuentro para las balas perdidas.
¡Y no! no había derecho de admisión,
la misión: beber pa' emborrachar al corazón
en ningún otro rincón del confín del planeta
había tal colección de delincuentes y poetas.
¡Y no! no había derecho de admisión,
pero había compañía con buena conversación,
en un palmo de escenario nos montábamos la fiesta,
con un MC al micrófono y un DJ como orquesta.
Esta es la historia de un bar que se deshace
tercer párrafo, nudo y desenlace,
antes de que baje el telón con su cortina
déjame que me relaje y te cuente como termina, mira
Ese bar no estaba hecho pa cualquiera,
no tío, no tenia bonitas camareras,
y aun así juro que era un oasis de esperanza
donde saciaban su sed los que beben por venganza
Cosa fina, para perderse entre sus ruinas,
mira en esa cantina nena no existía el tiempo,
se bebía lento whisky con espinas
para huir de la rutina y matar el aburrimiento
Pero el destino es un bromista que ya no sabe reír
y este cuento no tiene un final feliz
nos cerraron ese bar y se quedó huérfano el arte
y nos tuvimos que marchar con la música a otra parte
¡Pero no! no había derecho de admisión,
la misión: beber pa' emborrachar al corazón
en ningún otro rincón del confín del planeta
había una convección con delincuentes de etiqueta
¡Y no! no había derecho de admisión,
pero había compañía con buena conversación,
en un palmo de escenario nos montábamos la fiesta,
júralo tío!
Credits
Writer(s): Eric Cunningham Sarabia, Mohamed Sharif Fernandez Mendez
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