A Salvador Allende En Su Combate Por La Vida
Qué soledad tan sola te inundaba
en el momento en que tus personales
amigos de la vida y de la muerte
te rodeaban.
Qué manera de alzarse en un abrazo
el odio, la traición, la muerte, el lodo;
lo que constituyó tu pensamiento
ha muerto todo.
Qué vida quemada,
qué esperanza muerta,
qué vuelta a la nada,
qué fin.
Un cielo partido, una estrella rota,
rodaban por dentro de ti.
Llegó este momento, no hay más nada
te viste empuñando un fusil.
Volaba,
lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo
de mensajes, de lealtades, de hacer.
Quedaba,
darse todo el ejemplo,
y en poco tiempo
una nueva estrella armada
hacer.
Qué manera de quedarse tan grabada
tu figura ordenando nacer,
los que te vieron u oyeron decir
ya no te olvidan.
Lindaste con Dos Ríos y Ayacucho,
como un libertador en Chacabuco,
los Andes que miraron crecerte
te simbolizan.
Partías el aire, saltaban las piedras,
surgías perfecto de allí.
Jamás un pensamiento de pluma y palabra
devino en tan fuerte adalid.
Cesó por un momento la existencia,
morías comenzando a vivir.
Volaba,
lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo
de mensajes, de lealtades, de hacer.
Quedaba,
darse todo el ejemplo,
y en poco tiempo
una nueva estrella armada
hacer.
en el momento en que tus personales
amigos de la vida y de la muerte
te rodeaban.
Qué manera de alzarse en un abrazo
el odio, la traición, la muerte, el lodo;
lo que constituyó tu pensamiento
ha muerto todo.
Qué vida quemada,
qué esperanza muerta,
qué vuelta a la nada,
qué fin.
Un cielo partido, una estrella rota,
rodaban por dentro de ti.
Llegó este momento, no hay más nada
te viste empuñando un fusil.
Volaba,
lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo
de mensajes, de lealtades, de hacer.
Quedaba,
darse todo el ejemplo,
y en poco tiempo
una nueva estrella armada
hacer.
Qué manera de quedarse tan grabada
tu figura ordenando nacer,
los que te vieron u oyeron decir
ya no te olvidan.
Lindaste con Dos Ríos y Ayacucho,
como un libertador en Chacabuco,
los Andes que miraron crecerte
te simbolizan.
Partías el aire, saltaban las piedras,
surgías perfecto de allí.
Jamás un pensamiento de pluma y palabra
devino en tan fuerte adalid.
Cesó por un momento la existencia,
morías comenzando a vivir.
Volaba,
lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo
de mensajes, de lealtades, de hacer.
Quedaba,
darse todo el ejemplo,
y en poco tiempo
una nueva estrella armada
hacer.
Credits
Writer(s): Pedro Pablo Milanes Arias
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