Candidos

Rompió el ávido su cántaro,
ya no hay médico en lo póstumo.
Impondrán, célebres los cándidos,
su vorágine más poética,
su vorágine.

Vive esta plebe autóctona
como un desolado páramo,
viéndose tan mísera y decrépita,
sin un santo fiel en la cúspide,
sin un santo fiel.

Sufriendo leyes maléficas
no hay más que subir los ánimos
al compás de un danzar telúrico
—al cielo gritar nuestros cánticos,
al cielo gritar.

Presiento que por lo empírico
se ha enloquecido la brújula,
el clamor que tuerce los estómagos
va azuzando al fin los espíritus,
va azuzando al fin.

Cándido, libera tu rabia,
cándido, tu vieja ternura
úsala para revertir tu lóbrega vida de Lázaro.
Cándidos con tanta esperanza cósmica
venid, porque al fin el ávido rompe su cántaro.

Antes que morir famélico,
mártir de un destino trágico,
más valdrá reconquistar por último
el honor de ser pueblo intrépido,
El honor de ser.

Cándido, libera tu rabia,
cándido, tu vieja ternura
úsala para revertir tu lóbrega vida de Lázaro.
Cándidos con tanta esperanza cósmica
venid, porque al fin el ávido rompe su cántaro.

Rompió el ávido su cántaro.



Credits
Writer(s): Eugenio Llona, Jose Seves
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