Con La Tinta De Mi Sangre
Hay un lugar donde el tiempo está detenido,
Las gotas de lluvia cuelgan en el aire inmóviles,
Los péndulos de los relojes
se quedan congelados en algún punto de su recorrido,
Los perros alzan el hocico y ladran en silencio,
Los peatones
se quedan congelados en las calles polvorientas, Las piernas levantadas como sostenidas por los cielos.
Cuando un viajero se acerca desde cualquier dirección,
se mueve cada vez más lentamente,
los latidos de su corazón se distancian,
la respiración se adormece,
su temperatura baja,
los pensamientos se apagan,
hasta que llega al centro y se detiene.
(Dime ya cuando quieras)
(Ya)
(Recuérdala, enséñala)
Pero claro, ¿quién querría viajar al centro del tiempo?,
¿quién querría viajar a un lugar donde el tiempo está detenido?,
y en realidad podríamos pensar que llegar al lugar donde el tiempo está detenido
es una cuestión sencilla,
es una cuestión de mera ambición,
de querer llegar.
En realidad podríamos pensar que llegar al lugar donde el tiempo está detenido
es una cuestión de azar,
no es una cuestión de querer,
sino una cuestión de suerte.
Pero de pensar así,
sabríamos que algo falla,
sabríamos, muy dentro de nosotros,
en el fondo de nuestro corazón,
que estaríamos equivocados.
Y es que para llegar
al lugar donde el tiempo está detenido,
y para comprender porque la gente viaja hasta allí,
tenemos que intentar entender porque,
que motivo les impulsa a llegar a ese lugar,
y en realidad la respuesta es muy sencilla,
en realidad lo que les impulsa a viajar es para conservar un momento para siempre,
en realidad lo que les impulsa a viajar es guardar una emoción bajo llave
y vivirla siempre como la primera vez,
en realidad lo que les impulsa a viajar
es ir con la persona amada,
para verla siempre en todas partes.
En el lugar donde el tiempo está detenido,
nos encontramos enamorados,
la gente que va para guardar un momento
para el resto de sus días.
En el lugar donde el tiempo está detenido,
nos encontramos enamorados que se besan en entre las sombras de los edificios,
en un abrazo estático que nunca se deshará.
Y no importa en qué punto te detengas,
donde crees que miras,
o donde allas mirado,
no importa que un rayo de luz viaje más lento,
que un atardecer sea para siempre,
o que mil años dure un beso.
Y como muchas veces en la vida nada importa, no importa en qué lugar mires,
ni hacia qué dirección,
no importa que mires arriba,
no importa que mires abajo,
no importa que mires a kilómetros en la distancia, a lo lejos,
o no importa que mires muy cerca,
a solo un palmo,
no importa que mires en la realidad
o en tu imaginación,
no importa que mires en el infinito.
Pero aquellos viajeros que están en el centro del tiempo,
que estan detenidos
no se quedan allí para siempre
y muy poco a poco
se van alejando y van volviendo al tiempo normal,
al paso de los años,
al paso de los glaciares,
y cuando vuelven ya no reconocen a nadie, porque la gente ya ha cambiado
y cuando les preguntan que qué hay en el centro del tiempo,
que qué han visto,
igual que nosotros hoy sabríamos lo que hemos visto,
lo que hemos vivido,
pero si tratáramos de explicarlo con palabras, posiblemente no encontraríamos ninguna.
Las gotas de lluvia cuelgan en el aire inmóviles,
Los péndulos de los relojes
se quedan congelados en algún punto de su recorrido,
Los perros alzan el hocico y ladran en silencio,
Los peatones
se quedan congelados en las calles polvorientas, Las piernas levantadas como sostenidas por los cielos.
Cuando un viajero se acerca desde cualquier dirección,
se mueve cada vez más lentamente,
los latidos de su corazón se distancian,
la respiración se adormece,
su temperatura baja,
los pensamientos se apagan,
hasta que llega al centro y se detiene.
(Dime ya cuando quieras)
(Ya)
(Recuérdala, enséñala)
Pero claro, ¿quién querría viajar al centro del tiempo?,
¿quién querría viajar a un lugar donde el tiempo está detenido?,
y en realidad podríamos pensar que llegar al lugar donde el tiempo está detenido
es una cuestión sencilla,
es una cuestión de mera ambición,
de querer llegar.
En realidad podríamos pensar que llegar al lugar donde el tiempo está detenido
es una cuestión de azar,
no es una cuestión de querer,
sino una cuestión de suerte.
Pero de pensar así,
sabríamos que algo falla,
sabríamos, muy dentro de nosotros,
en el fondo de nuestro corazón,
que estaríamos equivocados.
Y es que para llegar
al lugar donde el tiempo está detenido,
y para comprender porque la gente viaja hasta allí,
tenemos que intentar entender porque,
que motivo les impulsa a llegar a ese lugar,
y en realidad la respuesta es muy sencilla,
en realidad lo que les impulsa a viajar es para conservar un momento para siempre,
en realidad lo que les impulsa a viajar es guardar una emoción bajo llave
y vivirla siempre como la primera vez,
en realidad lo que les impulsa a viajar
es ir con la persona amada,
para verla siempre en todas partes.
En el lugar donde el tiempo está detenido,
nos encontramos enamorados,
la gente que va para guardar un momento
para el resto de sus días.
En el lugar donde el tiempo está detenido,
nos encontramos enamorados que se besan en entre las sombras de los edificios,
en un abrazo estático que nunca se deshará.
Y no importa en qué punto te detengas,
donde crees que miras,
o donde allas mirado,
no importa que un rayo de luz viaje más lento,
que un atardecer sea para siempre,
o que mil años dure un beso.
Y como muchas veces en la vida nada importa, no importa en qué lugar mires,
ni hacia qué dirección,
no importa que mires arriba,
no importa que mires abajo,
no importa que mires a kilómetros en la distancia, a lo lejos,
o no importa que mires muy cerca,
a solo un palmo,
no importa que mires en la realidad
o en tu imaginación,
no importa que mires en el infinito.
Pero aquellos viajeros que están en el centro del tiempo,
que estan detenidos
no se quedan allí para siempre
y muy poco a poco
se van alejando y van volviendo al tiempo normal,
al paso de los años,
al paso de los glaciares,
y cuando vuelven ya no reconocen a nadie, porque la gente ya ha cambiado
y cuando les preguntan que qué hay en el centro del tiempo,
que qué han visto,
igual que nosotros hoy sabríamos lo que hemos visto,
lo que hemos vivido,
pero si tratáramos de explicarlo con palabras, posiblemente no encontraríamos ninguna.
Credits
Writer(s): Paulino Vargas Jimenez
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