Nunca Somos Los Mismos

Soy el murmullo de la noche
Miro desde la espalda de una tristeza
De una muerte
Mi nombre es una calle inhabitada
Mies pies una ciudad desierta
Mis manos la ausencia de nada

Hasta la obscuridad
El frío caló
Dejando solido el dolor
En nuestra soledad tan concurrida
Hay rostros que reflejan una voz

Soy el silencio aterrador de la mañana
Aquel que nos desgarra con su verdad
Con esa verdad que desbarata la razón
Con la soledad en la punta de la lengua

Soy la piel sin hueso
Tendida y estirada
Un puño de cenizas desordenado por el viento
La posibilidad de la incertidumbre
Las costillas rotas de un boxeador necio

Volviendo a despertar
El río contó
La misma pálida canción
Que viene a pronunciar la despedida
En nombre de la espera y el dolor

Y aún siguen trinando los pájaros
Aún sigue soplando el viento
La noche y la mañana
Nos siguen trayendo sus demonios
Y seguimos hincando las penas
Ante la obscuridad

En nuestra soledad tan concurrida
Todo es igual salvo nosotros

En esta soledad tan concurrida
Nosotros nunca somos los mimos

Aun cuando todo pasa y todo es igual
Nosotros nunca somos los mismos