Acto III: El Diario (Escena Segunda)

Quarciso pensó que ahuyentaría
El odio y el ruido que había en sí mismo
Transitando las sendas del abismo
Como caminos hacia la armonía

Pero al penetrar en la lejanía
Todo apareció como un espejismo
Cuanta mayor soledad y mutismo
Dentro, más alto el grito todavía

Recorrer el mundo como un mendigo
O huir del hombre como un animal
No fue una redención sino un castigo
Sin un renacimiento espiritual
De nada le sirve al Ser huir del mal
Él es el mal
Y arrastra el mal consigo

Me obstiné en olvidarte
Pero al alejarme de ti en el camino
Me hice más pequeño y tú cada vez más grande
Pero ya no tengo sed de tu carne:
Conforme mi interior se llenaba de luz iba palideciendo tu imagen
Las flores dejaron de exhalar tu aroma
El propio dolor ha dragado el recuerdo
Y el silencio ha dejado de hablarme
Ya no tengo sed de tu carne
Y no por ello te amo menos, ahora te amo más todavía, si cabe
Igual que lo amo a él, pues amo al mundo como una sola vida
Al universo como un enorme corazón palpitante
Ya no tengo sed de tu carne:
Del desamor salí con vida, pero, de este Amor nuevo, que nada me salve

Hoy amanecí llorando
Fue un llorar tan bello, claro, puro, calmo
Ahora entiendo que la lágrima pertenece a la alegría
Y que a la tristeza corresponde el llanto
Sólito a estar solito
Como el sol que vierte sobre mi escuálido
Cuerpo pálido su cálido hálito
Nuestra carne es agua y nuestro espíritu, sed
Y en mi sed de deseo, deseo con la sed del pez
Fluir sin rumbo:
No hay mayor conquistador
Que aquel que ha sido conquistado por el mundo
Toda vida es prestada
Comprender que se es nada en medio de todo
A la vez que todo en medio de nada
El silencio es espejo y mi meditación, un cielo
Donde mis pensamientos cruzan como aves por el aire quieto
Siento que despego, que me elevo
Huyendo del apego del ego y del erebo del deseo ciego porque,
Vivir errando de deseo en deseo
No fue sino intentar calmar el dolor con un dolor nuevo
La experiencia no es adquirir, es despojarse
Y ahora llueve, y llueve, y veo el agua mojarse

El intelecto es un instrumento demasiado complejo
Para comprender la sencillez de todo lo que es cierto
Sólo el desprendimiento espontáneo del pensamiento
Permite al ser, por momentos, latir al unísono con el universo
La mente es un pez sediento que busca fuera lo que está dentro
La conciencia es el combate de los opuestos
Quisiera traducir lo que siento
Pero las palabras forman un río de ruido cuando lo intento
Pero aquello que uno sabe sin saber, lo que no puede explicar
Puede ser su mayor descubrimiento
Y hoy comprendo para qué sirve el vacío interior:
Para hacerle espacio a la Verdad en su alumbramiento

Llevaba mucho en recogimiento
Larguísima soledad, sin apenas diálogo ni pensamiento
Una vida reducida a despertar para cerrar los ojos de nuevo
Hincar el cuerpo en la tierra y respirar silencio
Comer escaso, despacio, pasear hasta el cansancio
Impasible a la ansiedad del tiempo
Descender al pueblo a por alimentos
Sorber el sol del camino, volver por la senda del agradecimiento
Y de regreso espiar a través de las celosías
Con triste alegría, la fiesta en los jardines de las familias:
Triste por mi soledad, y feliz
Porque el universo es mi jardín y esas familias son también las mías
Pero un día desperté sordo a lo externo
Mis ojos sólo podían mirar hacia adentro
Y busqué dentro ¡Más adentro! Y hallé el centro:
El originario hilo que une al Ser con el universo
Entonces sentí un temblor
Como si cediesen los pretiles y pude asomarme más a mi interior
Dentro todo era abismo, voluta de oscuridad y precipicio
Y en la profundidad se oían gritos:
Chillidos de una lucha encarnizada en lo más hondo
Eran mis múltiples yoes devorándose unos a otros
Egos royendo a otros egos desfallecidos sobre el yermo
Los oía desgarrar y mascar deprisa hambrientos
Despedazando con avidez ojos, víscera y huesos
Mientras otros buscaban en los escombros posibles restos
Desierto de carroña y piel de avatares muertos
Entraña y costra, polvo y máscara de mis ancestros
Todo lo que fui y en verdad no era, palacio en el aire, ceguera
La mentira de mis opuestos
Y quedó un último Yo, arraigado y gigantesco;
Arrasado el pasto, comenzó a engullir sus propios miembros
Y no, no era un sueño
Pues abría fuerte los ojos y mareado veía borroso el paisaje externo
La casa, el árbol, el pozo, el huerto
Y dentro, pensamientos chocando contra pensamientos
De pronto, un cegador estruendo
Insoportable presión en mi mente,
Como si me arrancaran de mi propio cuerpo y,
Se hizo el silencio finalmente
Mi conciencia un templo en ruinas, entonces debí de caer inconsciente
Al recobrar el sentido
Mi ser liviano quería abrazarlo todo
Con la inocencia del recién nacido
No sé explicar este sentimiento
Sólo sé que un ruiseñor que comenzó a cantar fuera
Cantó también dentro



Credits
Writer(s): Rafael Lechowski
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