Ven Acá
Tus manos se han juntado como dos azucenas hechizadas por el mismo beso
No existió jamás un alabastro en donde la blancura pudiera ser más real
Yo lo vi
Lo vi con el asombro de lo inesperado
Con la sorpresa del tiempo y de la maldad misma
La virgen que estaba en la cabecera de tu cama parecía sonreírte
Era tan sincera tu plegaria
Tú vivías más allá del tiempo y del espacio
Del mundo y de las cosas
Tú rezabas, no sé por qué o por quién
Pero mirándote arrodillada sobre tu propio lecho
Iluminada, apenas, por los diminutos relámpagos de una veladora
Me pareció encontrar en ti la figura de un ángel
Una noche, en la cabaña
Sí, en esa misma cabaña que yo pinté de luna
Llegó el viento del norte con sus gritos amenazantes de fiera del mar
Y tú, temblando de pavor
Sabiendo que aquel techo y aquella ilusión podían quebrarse
Pusiste las rodillas en el suelo, mojado con las lágrimas del cielo
Y dejaste que brotaran de tus labios las palabras más hermosas de tu vida
"Señor, ten piedad de nosotros"
¿Te acuerdas?
Y hace unos cuantos días
Me tomaste de la mano y me llevaste al templo
¡A mí!
No puedo olvidar el color de la tarde
Era gris
Un poco humo de Londres
Al entrar, con uno de tus dedos dibujaste una cruz de agua bendita
En medio de mi frente soñadora
Y tal parece que algo sobrehumano se adueñara de mí
Y se metiera en mi ser
Como la luz que entraba por los emplomados de la iglesia
Y yo fui dócilmente hasta el altar
Y ahí me hinqué junto a ti con una devoción profunda
Tal vez nueva, pero fervorosa y muy mía
Y pude repetir las oraciones que mi madre clavó en mi recuerdo
Eran las mismas que tú rezabas
De pronto, volví mis ojos buscando los tuyos, como un dulce refugio
Como el mejor pañuelo para limpiar la niebla de los míos
Y al encontrarlos
Pensé que podían ser dos almendras de jade
A las que hubiera empañado la misma verdad
Pero que tenían, por la gracia del cielo
El privilegio de mirar al infinito y de convertir su mirada en plegaria
Y te oí decir
"Señor, dale salud y haz que sea bueno"
Ante aquel peligro
Solo pude decirte
Ven acá
Que de rodillas lo estoy pidiendo, ven, ven acá
Otra vez
Quiero en tus ojos
En esos ojos poderme ver
Ven acá
A devolverme
Todos los besos
Que yo te di
Tu recuerdo me hace soñar
Cuando siento que te perdí
Ven acá
Que aunque tú fueras de todo el mundo
Yo soy de ti
No existió jamás un alabastro en donde la blancura pudiera ser más real
Yo lo vi
Lo vi con el asombro de lo inesperado
Con la sorpresa del tiempo y de la maldad misma
La virgen que estaba en la cabecera de tu cama parecía sonreírte
Era tan sincera tu plegaria
Tú vivías más allá del tiempo y del espacio
Del mundo y de las cosas
Tú rezabas, no sé por qué o por quién
Pero mirándote arrodillada sobre tu propio lecho
Iluminada, apenas, por los diminutos relámpagos de una veladora
Me pareció encontrar en ti la figura de un ángel
Una noche, en la cabaña
Sí, en esa misma cabaña que yo pinté de luna
Llegó el viento del norte con sus gritos amenazantes de fiera del mar
Y tú, temblando de pavor
Sabiendo que aquel techo y aquella ilusión podían quebrarse
Pusiste las rodillas en el suelo, mojado con las lágrimas del cielo
Y dejaste que brotaran de tus labios las palabras más hermosas de tu vida
"Señor, ten piedad de nosotros"
¿Te acuerdas?
Y hace unos cuantos días
Me tomaste de la mano y me llevaste al templo
¡A mí!
No puedo olvidar el color de la tarde
Era gris
Un poco humo de Londres
Al entrar, con uno de tus dedos dibujaste una cruz de agua bendita
En medio de mi frente soñadora
Y tal parece que algo sobrehumano se adueñara de mí
Y se metiera en mi ser
Como la luz que entraba por los emplomados de la iglesia
Y yo fui dócilmente hasta el altar
Y ahí me hinqué junto a ti con una devoción profunda
Tal vez nueva, pero fervorosa y muy mía
Y pude repetir las oraciones que mi madre clavó en mi recuerdo
Eran las mismas que tú rezabas
De pronto, volví mis ojos buscando los tuyos, como un dulce refugio
Como el mejor pañuelo para limpiar la niebla de los míos
Y al encontrarlos
Pensé que podían ser dos almendras de jade
A las que hubiera empañado la misma verdad
Pero que tenían, por la gracia del cielo
El privilegio de mirar al infinito y de convertir su mirada en plegaria
Y te oí decir
"Señor, dale salud y haz que sea bueno"
Ante aquel peligro
Solo pude decirte
Ven acá
Que de rodillas lo estoy pidiendo, ven, ven acá
Otra vez
Quiero en tus ojos
En esos ojos poderme ver
Ven acá
A devolverme
Todos los besos
Que yo te di
Tu recuerdo me hace soñar
Cuando siento que te perdí
Ven acá
Que aunque tú fueras de todo el mundo
Yo soy de ti
Credits
Writer(s): Agustin Lara
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