Cómo llamarle

Soy una puta con sangre en las venas
que ató a su melena
las formas obscenas de la libertad;
soy un autor personaje en escena
que apenas se estrena
en vivir de dar pena y qué pena que da.

Yo, que de nada soy dueño
en esta casa de empeños,
¿cómo le digo al cabrón
que cifró la etiqueta
colgada en su voz
y cobró una hipoteca
por nada y por poco y un tanto de pan?
¿Cómo llamarle si es él quien me obliga a cantar?

Soy una puta arrogante de esquina,
de boca ladina,
que dio por callarse queriendo gritar;
soy a la venta, soy voz que se alquila,
soy tu retahíla
de asuntos pendientes: soy poco y no más.

Yo que no tengo más nada
que mi sonrisa intrincada
¿cómo le llamo al payaso
que sufre la risa
cruzado de brazos
y nos fiscaliza,
sin más, las cosquillas y las carcajadas?
Dos golpes secos al pecho y después: bocanada.

¿Cómo llamarle, si al vuelo,
ni encuentro palabras y, a veces, ni quiero?,
¿Cómo se nombra la sombra si no quedan luces?,
¿qué puede decirse después?
Si después el silencio, las manos atadas, las lenguas en duelo,
después el silencio, los puños, la rabia, los ojos al suelo,
silencio después...

Soy una puta con sangre en las venas
que ató a su melena
las formas obscenas de la libertad;
soy un autor personaje en escena
que apenas se estrena
en el show de dar pena y qué pena en verdad.

Pero si yo soy la puta hijo de puta que grita...

¿cómo llamarle al corrupto de insignia y gafete?,
¿cómo llamarle al que roba, al que tranza o se vende?,
¿cómo se dice gobierno?, ¿cómo decir democracia?,
¿cómo evitar el infierno después de esta farsa?,
¿cómo nombrar al cabo menoscabado y probono que idolatra al caudillo?,
¿cómo a quienes monopolizaron la justicia y colectivizaron la culpa?,
¿cómo decir la tragedia, el desahucio, la angustia?,
¿cómo gritar el amor sin romperse la boca?,

¿cómo a la moralina correcta y aleccionadora
de los pusilánimes y de los sabihondos:
de los que viven de estandarizar conciencias,
de los que mueren por totalizar su morbo?,
¿cómo al enclenque desamparado
que tuvo que vender a los suyos
para poderse costear un poquito de amor propio
y el desayuno para tres días?,
¿cuál es la exacta palabra
para los que pusieron tarifa en la fe y la esperanza?,
¿cómo fue que voltearon el mundo
para que la limosna la reciban los menos que tienen todo
de parte de los más que no tienen nada?

Y es que ni buenos ni bien y ni malos ni mal:
un cambalache y en el mismo lodo todos revolcados.
Y es que si yo soy la puta,
¿cómo le llamo a los del pie en la garganta
de quienes no quieren ya nada y no pueden ya nada;
y ni aire ni fuerzas para de decir una palabra de rabia o de calma,
de olvido o de apego, de amor derrotado;
que no encuentran tregua o silencio: un momento, un resguardo?,
¿cómo y qué, si de tanto quitarnos tanto, ya nos lo quitaron todo
y no somos ni dueños siquiera de nuestra propia soledad?

¿Cómo llamarle si, puesto, todo esto me obliga a cantar?