Aquello que tú veías en mí

A paso lento
y voz de largo aliento
mido los talveces de esta gran ciudad;
hallé mi casa, me amarré a su cuento,
izé una vela al viento
y me dejé llevar.
Traje conmigo una certeza:
falta en mi rompecabezas
una pieza aún por encajar:
vuelvo a tu luz que reverbera
todavía en la primera
claridad de mis mañanas;
sin quererlo, tengo fe
de encontrar a pie de calle una ventana
que te asome o que te cuente que voy bien.

Pienso en tu cara
si yo te contara
que acá, cuando llueve, no se mete el sol;
quiero decirte que el amor repara
y que en Guadalajara
dormirías mejor.
Hay un café en el ex convento
donde todo pasa lento
y donde siempre pierdo al dominó;
me imaginé, te gustaría,
que quedáramos un día.
Te suplico me perdones
piense en ti de cuando en vez.
Y aunque a veces se me cansan las canciones,
le juré a mi corazón volverte a ver.

Y ya lo sé,
el tiempo pasa y voy a aclimatarme al frío de mi corazón maltrecho,
pero quizás
vale la pena la nostalgia que te acuerda que sí sabes ser feliz;
a mano y bien:
te hice reír, tú me hiciste un huequito en tu cachete derecho.
Vine a dejar
otra canción en tu buró porque me extraño y no me pude despedir;
porque me extraño dormitando sobre tu hombro,
porque me extraño mucho haciéndote reír,
me extraño siendo o intentando ser aquello que tú veías en mí.

Como es costumbre
me quemó la lumbre
de andarme buscando donde fui feliz;
Me enmarañé y me di a la incertidumbre
y, aunque se vislumbre
rumbo, me volví:
me recosté sobre tu falda,
me entibiaste en tu regazo
y supe tu órbita y gravitación:
que sin dudarlo ni un segundo
le darías vuelta al mundo
para abrazarme por la espalda,
me dijiste, y hasta hoy
todavía me demoro, por si acaso,
por si estás por terminar tu rotación.

Y ya lo sé,
el tiempo pasa y voy a aclimatarme al frío de mi corazón maltrecho,
pero quizás
vale la pena la nostalgia que te acuerda que sí sabes ser feliz;
a mano y bien:
te hice reír, tú me hiciste un huequito en tu cachete derecho.
Vine a dejar
otra canción en tu buró porque me extraño y no me pude despedir;
porque me extraño dormitando en tu cintura,
porque me extraño mucho haciéndote reír,
extraño tanto mi reflejo miniatura
en tus ojitos de ventura
que ojalá otra vez me amparen;
me extraño mucho, mucho, tanto, Karen:
me extraño siendo o intentando ser aquello que tú veías en mí.

Como es costumbre
me quemó la lumbre
de andarme buscando donde fui feliz.



Credits
Writer(s): Luis Gerardo Pacheco Sandoval
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