Para predecir la lluvia
Tu ausencia me descalabra
y hoy, que mi voz no te toca,
tuve que alzar las palabras
que van detrás de tu danza.
Y aunque me cuesta la boca,
recargo el pie en tu balanza:
y es que este adiós me sofoca
y es que este nudo se aprieta.
Los días muerden y avanzan,
yo me aposté en tu banqueta
y crujen, con tu tardanza,
las hojas de esta libreta.
Y tus relámpagos llegan
en breves lapsos de bruma
y el frío me da y me repliega:
me descompone, me asola.
Me dan perfecto las sumas,
no te reprocho las olas,
asumo toda la espuma
que queda sobre la arena.
Sólo no encuentro farolas,
toda esta luz me es ajena.
Quise pasar, decir: Hola:
te extraño si el cielo truena.
¿Te acuerdas que una vez me preguntaste
cómo es que hacen las hormigas para predecir la lluvia?
Pues todavía.
Me acobardé en mis escombros,
tejí mi propia emboscada,
no di el tamaño en los hombros,
no supe echarme en el ruedo;
rompí mi escudo y mi espada
agazapado de miedo.
Y no te culpo de nada:
el fuego me salió caro.
Sólo es que a veces no puedo,
los días se ponen raros.
Te extraño, poquito y quedo;
mucho, fuertísimo y claro.
¿Te acuerdas que una vez me preguntaste
cómo es que hacen las hormigas para predecir la lluvia?
Pues todavía.
y hoy, que mi voz no te toca,
tuve que alzar las palabras
que van detrás de tu danza.
Y aunque me cuesta la boca,
recargo el pie en tu balanza:
y es que este adiós me sofoca
y es que este nudo se aprieta.
Los días muerden y avanzan,
yo me aposté en tu banqueta
y crujen, con tu tardanza,
las hojas de esta libreta.
Y tus relámpagos llegan
en breves lapsos de bruma
y el frío me da y me repliega:
me descompone, me asola.
Me dan perfecto las sumas,
no te reprocho las olas,
asumo toda la espuma
que queda sobre la arena.
Sólo no encuentro farolas,
toda esta luz me es ajena.
Quise pasar, decir: Hola:
te extraño si el cielo truena.
¿Te acuerdas que una vez me preguntaste
cómo es que hacen las hormigas para predecir la lluvia?
Pues todavía.
Me acobardé en mis escombros,
tejí mi propia emboscada,
no di el tamaño en los hombros,
no supe echarme en el ruedo;
rompí mi escudo y mi espada
agazapado de miedo.
Y no te culpo de nada:
el fuego me salió caro.
Sólo es que a veces no puedo,
los días se ponen raros.
Te extraño, poquito y quedo;
mucho, fuertísimo y claro.
¿Te acuerdas que una vez me preguntaste
cómo es que hacen las hormigas para predecir la lluvia?
Pues todavía.
Credits
Writer(s): Luis Gerardo Pacheco Sandoval
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